Quien quiera oír que oiga

 

Quien quiera oír que oiga

En septiembre del 2023 comienza una nueva temporada de cría y reproducción de los loros barranqueros en El Cóndor, Río Negro. Esta colonia, la más grande del planeta conocida hasta el momento, no tiene ningún estatus de protección.      

 

Texto Juan F. Masello y Alejando Balbiano.

 

Cuando uno llega por primera vez a la entrada del Balneario El Cóndor encuentra carteles que advierten sobre la existencia, en esa localidad, de un fenómeno biológico de importancia mundial, la colonia de cría y reproducción de loros más grande del planeta.

Los investigadores la estudian, de manera ininterrumpida, desde hace 25 años. El objetivo es conocer más sobre esta especie, pero fundamentalmente, a través de esos conocimientos, ayudar a crear un Área Natural Protegida para estas aves.  

Teniendo en cuenta que un loro barranquero vive más de 20 años, podemos aventurar que hay individuos que los científicos vieron nacer, con el inicio de sus investigaciones en 1998, y que todavía viven en la colonia. Un largo tiempo. Pero que no fue lo suficientemente extenso para crear un Área de Protección para estos loros.     

 

¿Por qué no se ha logrado esa merecida protección? 

Por un lado, para lograr crear un Área Municipal Protegida, los distintos sectores políticos de nuestra sociedad deberían finalmente ponerse de acuerdo para votar y aprobar el correspondiente proyecto de ordenanza municipal, oportunamente presentado por el intendente de Viedma al Concejo Deliberante. Proyecto que, al momento de escribir este post, se encuentra en la Comisión de Ambiente a la espera de una pronta aprobación.    

Por otro lado, la creencia infundada de que los loros generan conflictos con los cultivos y con los ambientes urbanos. Aquí sería bueno recordar que cada especie animal vive en la zona donde encuentra su alimento natural. Para el loro barranquero, que come brotes, semillas, bayas y frutos, ese ambiente es el Monte, una estepa arbustiva que se extiende en la República Argentina, desde el noroeste hasta la Patagonia. Pero hoy es una de los ecosistemas naturales más degradado y amenazado. Más aún, investigaciones a campo de nuestro proyecto de investigación demostraron fehacientemente que el daño a los cultivos es económicamente insignificante, afectando al 0,1 - 0,4% de la cosecha de girasol, sin detectarse daños en otros cultivos más importantes de la región, como el trigo o la avena. Los resultados de nuestros análisis están libremente disponibles AQUÍ.

Desde 2004 los investigadores recomiendan crear un Área Natural Protegida, que contemple los usos tradicionales de bajo impacto, incluido el turismo de playa y la pesca deportiva desde costa, creada con participación provincial, municipal y de la comunidad. Eso ayudaría a la conservación de su biodiversidad, y transformaría esta región costera en un polo de turismo de la naturaleza de jerarquía internacional.

 

Proteger un Área Natural tiene muchas ventajas. Vamos a mencionar dos.

Por un lado, ayuda a conservar y proteger una especie, en este caso los loros barranqueros. Además si cuidamos su ambiente natural, las aves encontrarán en él su comida, medicina y hogar, y existirán menos conflictos con los cultivos y con las áreas urbanas de la zona.

Por otro lado, la creación de Reservas Naturales es un motor para el desarrollo turístico, sobre todo de viajeros que buscan destinos naturales, espacios abiertos y experiencias genuinas en ámbitos silvestres. El turismo genera empleos de calidad y crecimiento de las economías regionales. Todo debe venir acompañado del desarrollo de infraestructura, servicios y promoción.

Una canción inmortalizada por Litto Nebbia nos recuerda que “Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos puede suceder la misma cosa. Son esas mismas cosas que nos marginan, nos matan la memoria, nos queman las ideas,
nos quitan las palabras. Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia: la verdadera historia. Quien quiera oír que oiga”.

Escribamos otra historia, diferente a la escrita durante los 25 años anteriores.  

Los ciudadanos interesados en las especies y los espacios naturales podemos dar otra señal, otro ejemplo, y reclamar a nuestras autoridades que se comprometan verdaderamente, no solo de palabra, y que se pongan de acuerdo en defensa de la conservación de la Naturaleza.