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Lorenzo, el super pichón

Historias de loros (y de los científicos que estudian a los loros)

Texto Juan F. Masello y Alejandro Balbiano


Para estudiar a las familias de loros, integradas por padres y pichones, los investigadores toman datos, muestras y sobre todo identifican a todos los individuos con unos anillos colocados en sus patas. Así saben, que el pichón con un número de anillo determinado, vive en una cueva, también numerada, junto a sus padres anillados. En general, estos pichones no reciben nombres propios, pero uno sí lo recibió por lo destacado de su historia de vida. Lorenzo nació en la temporada de cría de 1999-2000. Un día casi al final de ese período, el pichón ya estaba bastante crecido, casi a punto de volar. Los científicos trepan usando sogas y arneses para capturar cuidadosamente a padres y pichones en el fondo del nido-cueva. Cada uno de ellos es colocado delicadamente dentro de una bolsa y bajado al pie del acantilado para tomar medidas. El nido de Lorenzo estaba ubicado en el punto más alto de la colonia. Cuando Juan F. Masello estaba descendiendo el pichón, para entregárselo a Petra que coordinaba el trabajo en la playa, sorpresivamente la cría abrió con su pico fuerte y ganchudo el nudo de la bolsa, asomó la cabeza y escapó, entre volando y planeando. Lo perdieron de vista, justo en el momento en que una gaviota volaba hacia el lugar. En la colonia de El Cóndor, las gaviotas cocineras se han especializado en patrullar en busca de pichones que se caen del nido y se alimentan con ellos. Los investigadores pensaron lo peor. Tres días después Juan trepó nuevamente al acantilado para un nuevo control del nido donde nació Lorenzo. En esa cueva habían nacido cuatro pichones, así que la lógica indicaba que iba a encontrar tres. Para su sorpresa halló cuatro, y uno de ellos era Lorenzo. El super pichón había logrado escapar a su predador, la gaviota, había logrado sobrevivir en el calor de la playa y regresar con éxito a su cueva, en un sector de la colonia donde había unos 6.000 nidos y ubicado a más de 25 metros de altura.

En rigor de verdad, todos los pichones tienen capacidades especiales para sobrevivir. En algunas ocasiones, los científicos llevaban al campamento a los pichones más débiles, que encontraban caídos al pie del acantilado. Los alimentaban y les daban agua. Los que sobrevivían esa primera noche eran llevados nuevamente a la colonia y colocados en cuevas “adoptivas”. Nunca esas crías fueron rechazadas por sus padres sustitutos, ni nunca las volvían a encontrar a lo largo del acantilado. Todos esos pichones, eran en realidad, verdaderos super pichones. 

Disfrutemos ahora de unas escenas filmadas durante nuestras investigaciones dentro del nido número 107, el 19 de diciembre de 2001 con un sistema de video diseñado por Gabriel Pagnossin y Gastón Palleiro

https://www.youtube.com/watch?v=dQhgqqtoLco





Comentarios

  1. Ayer no conseguí entrar en la historia de Lorenzo pero hoy sí... Estoy emocionada, es para mí un canto de ternura, la naturaleza nos brinda estos momentos gloriosos y agradezco a Juan F.Masello y Petra y a toda la gente que colaboró con ellos para que pudiéramos vivir momentos como el presente y poderlos revivir a través del tiempo y el espacio. Este video para mí es un canto de vida... sus vocesitas nos dicen "aquí estoy... vivo... ámenme."

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  2. Alejandro nos cuenta esta historia en su columna en "Colonia Agropecuaria" en Radio Colonia:

    https://ar.radiocut.fm/audiocut/alejandro-balbiano-en-colonia-agropecuaria-am-550/

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  3. Hola yo tengo 2 hermosuras de Loros , son muy chiquiados, y muy amorosos ,cantan, bailan, pronuncian ciertas palabras te quiero, guapo, mamá le hablan a mis hijos en cuanto los ven llegar Paulina., Luis. Son un amor y son muy celosos. Ha también se enojan.

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    1. Hola Angy,

      gracias por tu comentario. Pero los loros no deberían ser mascotas. Esto por dos motivos:

      1) si bien tienen todas las características que vos comentás, lo que los hace atractivos como mascotas, los loros necesitan volar libremente y en compañía de sus congéneres para mantener su salud física y mental. Los loros tienen un nivel de inteligencia (mejor dicho, cognición) comparable a la de un niño de entre 4 y 5 años de edad. Es decir, mucha. Esto conlleva que cuando están en cautiverio, con frecuencia, se deprimen por no poder estar haciendo su vida normal, volando en la Naturaleza, con sus congéneres, reproduciéndose, etc. Esas depresiones suelen llevarlos a comportamientos anómalos como por ejemplo arrancarse sus propias plumas o automutilarse. Es un problema serio que con frecuencia aparece a medida que envejecen;

      2) en un estudio que publicáramos en 2017 encontramos que la peor amenaza para los loros silvestres fue la captura para el comercio local e internacional de mascotas. Ese comercio ha puesto en serio peligro de extinción a por lo menos el 38% de las especies de loros de Latinoamérica. Y en algunas partes del mundo la situación es aún peor. Por eso, siempre recomendamos no comprar loros y tampoco tenerlos como mascotas.

      Te recomiendo que leas más sobre este tema en estos enlaces:


      https://lorosbarranqueros.blogspot.com/2021/08/loros-amenazados-parte-1.html

      https://lorosbarranqueros.blogspot.com/2021/08/loros-amenazados-parte-2.html


      Quedo atento a las preguntas que pudieran surgir.

      Saludos, Juan

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