¿Qué debo hacer si encuentro pichones de loros barranqueros u otras aves?
Cada diciembre y enero, en la colonia de loros del Balneario El Cóndor, en la Patagonia nordeste, es habitual que los vecinos y turistas encuentren pichones caídos de sus nidos, al pie del acantilado, e incluso en la zona urbana. Aquí algunas recomendaciones sobre lo que debemos hacer.
Texto
Juan F. Masello y Alejandro Balbiano.
Eventos naturales
El
ser humano encuentra en el cuidado de cachorros y pichones, una extensión natural
de protección y atención de sus propios hijos. Así que cuando hallamos un
pichón interpretamos que necesita ayuda y cuidado.
Analicemos este fenómeno biológico. Cuando las condiciones
ambientales son adversas, como en el caso de sequías extremas que vienen
afectando a la Patagonia desde hace varios años, hay menos disponibilidad de
alimento para los loros barranqueros adultos. Eso afecta también a los
pichones, tanto en su crecimiento como en su supervivencia.
Los pichones pueden fallecer por dos causas:
1) una de ellas es que mueren
de hambre debido a su incapacidad para competir con sus hermanos mayores. Los
más pequeños y débiles de una nidada, empiezan a moverse más
de la cuenta, por falta de comida, y, a veces, se caen;
2) la otra causa es que los padres dejan de alimentar a las crías más pequeñas y con menos chances de sobrevivir, favoreciendo así a las más fuertes. Cuando los recursos son limitados, los padres invierten más recursos, como agua y comida, en el mantenimiento de su propio cuerpo, y disminuyen el esfuerzo en buscar alimento para algunos de sus polluelos.
En los loros barranqueros de la colonia de El
Cóndor, el período de reproducción y crianza comienza en septiembre, con el
acondicionamiento de los nidos, y en octubre las hembras ponen de dos a cinco
huevos que incuban durante 24 días. Los pichones nacen en noviembre, y cada dos
días eclosiona un pichón de lorito. Esta eclosión se denomina asincrónica, y es
la que ocurre cuando los polluelos van rompiendo el cascarón a lo largo de
varios días. Este escalonamiento genera pichones de distintas edades y tamaños.
Cuando
los pichones de loro barranquero salen del huevo, ambos padres les traen comida
durante 63 días, y se quedan con ellos en el interior de las cuevas cuidándolos
durante la noche. Pero ¿qué ocurre cuando escasea el alimento por causa de
sequias y/o desmonte? Los pichones que nacen primero tienen un mayor tamaño y
peso corporal, mejores reservas de grasa y una mayor probabilidad de
supervivencia, mientras que los más pequeños y los que nacen últimos tienen
menos chances de sobrevivir durante las primeras semanas de vida.
Dejar que la naturaleza actúe
Que
la gente quiera hacer algo por los pichones caídos de sus nidos, e incluso
ayudar a los loros adultos con algún problema, es una acción solidaria y llena
de buenas intenciones. Pero esta conducta podría provocar graves problemas
sanitarios, a saber:
1)
para cuidarlos, las personas se los llevan a sus hogares donde conviven con
animales domésticos, como canarios, gallinas y otras aves de corral, conejos y
mascotas (perros y gatos). Pero estos animales domésticos pueden transmitir
enfermedades a los loros, que al ser liberados nuevamente en la naturaleza
(pensando que ya están recuperados), podrían enfermar a los loros sanos,
especialmente en años malos;
2)
los pichones también podrían contagiar enfermedades a los humanos, aunque el
riesgo de que eso ocurra es bajo ya que los loros barranqueros, en condiciones
silvestres, se automedican con plantas del Monte y por tanto están generalmente
sanos;
3) Los seres humanos, también podemos transmitir enfermedades a las aves que pretendemos ayudar. Esto se ha demostrado recientemente en animales de zoológicos contagiados con COVID-19, de origen humano. Es muy difícil diagnosticar un ave contagiada con enfermedades humanas. Por lo tanto, cuando liberamos nuevamente un pichón de loro en su ambiente, aunque parezca sano, puede luego contagiar a toda una colonia.
En
resumen, sacar a los pichones de su medio natural no es bueno, desde un punto
de vista sanitario, ni para ellos ni para los humanos, debido a las
enfermedades que se pueden transmitir mutuamente.
Alimentando loros abandonados
Los
pichones de loros son alimentados en forma natural por sus padres con brotes,
frutos y semillas del Monte. En cambio, los alimentos preparados en nuestros
hogares pueden estar contaminados con hongos y bacterias, e incluso con
agroquímicos, o simplemente son difíciles de digerir. Esto último podría provocar
problemas por infecciones e incluso por exceso o falta de nutrientes naturales.
Si un veterinario de la zona nos ayuda
con el tema de alimentación, aún nos queda un tema por resolver ¿a qué
nido-cueva lo devolvemos?
Además, estudios científicos
demostraron que la simple alimentación no es suficiente para tener éxito y salvar
de la inanición a las crías de loros barranqueros.
En años malos, como fueron en El Cóndor los años 2020 y 2021, a lo largo del año, también aparecen caídos loros “volantones” (llamados así porque recién están comenzando a volar) y juveniles (que están empezando a independizarse de sus padres). Muchos de ellos están débiles y no logran volar bien ni posarse en los cables, y andan caminando por el suelo, en las calles del balneario y en la ruta de la costa cercana a la colonia. Algunos son atropellados y otros son víctimas de predadores naturales, como gaviotas cocineras, zorros y comadrejas. La predación forma parte del ciclo natural de la vida, ya que así como los seres humanos nos alimentamos de otras especies, los predadores se comen a otros animales.
Algunas conclusiones
La
principal recomendación es no tocar a los pichones de loros, ni a ningún ave
caída. Debemos dejarlos donde están para que los padres los encuentren y se
hagan cargo de ellos. Los padres buscan y asisten a sus pichones en los
primeros vuelos, y si los llevamos a nuestros hogares ellos jamás los encontrarán.
También debemos pensar en los ciclos de
la naturaleza, donde unos comen a otros. Un pichón de loro será el alimento de
una nueva camada de zorros o de águilas moras, o el necesario almuerzo de un
gato montés o una gaviota. Los ciclos de vida de las especies silvestres pueden
ser difíciles de interpretar en un momento dado, incluso pueden parecer
crueles, pero vistos desde la larga historia de la naturaleza son el resultado
de procesos evolutivos que generan individuos más aptos y mejor preparados para
sobrevivir. Esto es válido también para los loros adultos y para cualquier
especie silvestre, que deben resistir las pruebas extremas de la vida en la
naturaleza salvaje.
En resumen, es indispensable dejar que
la naturaleza siga su ciclo. A veces no hacer nada es la mejor acción.
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