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Paz recuperada

 


Cuento de Nelly Perrotta

 

La primavera entibiaba acantilados.

Popo Popín estaba preocupado, pronto nacerían sus tres hijitos. Popo y Pepa tendrían que asegurarse de que todo estuviera en orden.

El nido era un lugar seguro y limpio. Popo y Pepa habrían de buscar dónde conseguir más alimentos.

Ellos querían que sus pichones crecieran sanos y fuertes, que vivieran seguros y felices.

La vida para la comunidad barranquera se había tornado difícil desde que los humanos utilizaban las tierras del Monte para sembrar sus propios alimentos, esos que ellos no podían comer porque se enfermaban.

Popo y Pepa decidieron hablar con sus vecinos barranqueros y sus amigos Catu y Quero. Entre todos debían buscar una solución. Tenían que encontrar un nuevo Monte cercano a los nidos, de lo contrario tendrían que mudarse. Pepa y las otras madres barranqueras se pusieron tristes- Catu, Quero y sus amigos protestaban, ninguno de ellos quería abandonar los nidos donde nacieran sus otros hijos.

Tampoco querían alejarse del mar. Les gustaba volar sobre las aguas rugientes y ver desde el cielo, como estallaban las olas sobre la costa.

Popo, Catu y Quero, se ofrecieron a buscar un Monte cercano.

A la mañana siguiente, los tres partieron bien temprano.

Volaron y volaron, aunque no demasiado lejos. Pronto avistaron manchones verdes.

Descendieron rápido. Descubrieron que aquellos manchones eran brotes que junto a otros frutos, que ellos bien conocían, crecían en aquel lugar.

No dudaron, aquella tierra formaba parte del Monte desconocido para ellos hasta entonces. Allí se veían crecer chañares, caldenes, avena silvestre, piquillín y algunos más.

Fue tanta la alegría de los tres amigos, que sus gritos debieron oírse hasta mar adentro.

Se apuraron a regresar a casa. No tendrían que mudarse. Los recibió la comunidad barranquera en pleno.

Al enterarse de la buena noticia, fue tal la algarabía y la gritería, que las gaviotas se alejaron por unos días, hacia otras costas. Ya regresarían cuando todo ese bochinche hubiera pasado.

Don Piqui, uno de los barranqueros  mayores, les contó que su amigo Don Toto, vecino de la comunidad barranquera que anidaba en el pueblo al lado del faro, se había enterado que un grupo de humanos, compadecidos del sufrimiento de los barranqueros, había preservado una parte del monte cercano y ese era el lugar que Pepo, Catu y Quero, habían encontrado.

Celebraron con más gritos aquella noticia. Iban y venían agitando las coloridas alas. Volaban divertidos sobre el mar. Ascendían hasta el cielo y bajaban raudos sobre las bardas. Festejaron hasta que el sol se fue a dormir en el horizonte.

Los nidos los recibieron como cada atardecer.

Los pichones nacerían en un par de semanas. La paz abrazaba a humanos y barranqueros.

Comentarios

  1. ¡Me alegra mucho que te guste, Cris! Aprovecho la oportunidad para recomendarte otros dos relatos que se encuentran en el blog:

    https://lorosbarranqueros.blogspot.com/2022/07/el-hornero-y-la-calandria.html

    https://lorosbarranqueros.blogspot.com/2022/02/suo-y-papuga-una-historia-entre-pelos-y.html

    ¡Que los disfrutes! Juan

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